30.3.10

Hombre, no insensato

Me gusta aparecer en cada curva desconocida de la noche. Soñar es gratis, pero hacer los sueños realidad no. Vivir significa perderse muchas cosas. Y así, entre idas y venidas, me gusta olisquear el aire cuando viene desde fuera. Quién sabe qué me trae. La pregunta que yo me hago es, ¿te fijas en lo que te estás perdiendo o en lo que ganas? La respuesta es incierta, porque la vida es lo que aprendes pero también todo lo que olvidas. Por eso yo prefiero asomarme al infinito y adentrarme en algunos de sus recovecos. Que en ocasiones es mejor dormir el instinto. El placer es lo no necesario, el dolor no es siempre indeseable. En este preciso momento en el que no hay tiempo, me amontono con las piedras. Paulatinamente mis rodillas y mi mirada caen… me estoy quedando dormida. Y en la vida el sueño es irresponsable, pero en el mundo el descanso no. El vaivén de los trenes sólo contribuye. Pero hay humos que me llevan de viaje, porque quiero conocer qué es lo mas oscuro que enturbia nuestras mentes cuando el sabor a sal nos ha inundado ya la vista. ¿A ti no te pasa? Pues yo quisiera saberlo. Los ojos del ser humano no son el mismo órgano cuando están mojados que secos, aunque nunca me había parado a pensarlo. Y qué me dices de la culpa, de desaparecer a tiempo. Nos falta la fe para creer que incluso culpables no merecen castigo. Sin embargo la vida es ese inexistente bosque que se escapa de cualquier atadura. Y el incendio es pensar que has vivido para llegar finalmente a ningún sitio. Es la desesperación en llamas. Al fin y al cabo nadie va a culparme por no temer la muerte, de modo que me es indiferente pasearme con los dedos por tus labios como sobre tu espalda, mundo. Y llámame hombre. Que me gusta aparecer en cada curva desconocida de la noche y correr el riesgo, todo eso. Llámame hombre, no insensato.

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