25.1.12

me di por perdida

Era una noche de abril, fría,
Eran las doce o así y estaba dormida.
Un rayo penetró en mi kabeza. No me di kuenta.
A la mañana siguiente me di por perdida.

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"El sueño, tan familiar en la infancia, en el que uno se encuentra ante un león y, debido a la postración lánguida de la esperanza y la energía vital, acaba siempre rendido ante el animal, y hace pública la secreta fragilidad de la naturaleza humana, revela su profunda falsedad de paria, da fe de su abismal capacidad de traición. Quizá ninguno de nosotros escape a ese sueño; quizá, como una penosa fatalidad, ese sueño se repita en cada uno de nosotros, generación tras generación, como la tentación original del Edén."
(Thomas de Quincey)